Un recuerdo que me visita…y me determina

Captura de pantalla 2013-10-28 a la(s) 22.08.32

Es increíble poder encontrar esas pequeñas situaciones en las que nos miramos en el espejo y vemos todo el camino que hemos recorrido. Como si sólo estuviéramos esperando el objeto o la suma de situaciones que nos ayudan a revelar una parte de nosotros de la que ya nos habíamos olvidado. De pronto podemos ser conscientes de todos los pasos, buenos y malos, que hemos tomado en la vida: pero viéndolos desde otro lugar desde el cual todo es más claro. En este caso, el espejo es un episodio de la nueva serie de Jerry Seinfeld.

Es sabido que nuestra vida se llega a regir por directrices que nosotros mismos construimos: reglas que escribimos a mano en nuestro inconsciente (muchas veces con 15 o 18 años). Con este pequeño video de Jerry y Kramer (que ahora actúan como personas normales) hay una extraña sinceridad que, en mi caso, me ha llevado a cavilar sobre una etapa de mi vida: cuando veía SEINFELD en los 90. Pero lo que aun es más extremo: las decisiones que de alguna manera tomé a través de las reflexiones de ese programa, por esa extraña forma de entretenimiento moralizador: esa extraña forma que tienen los norteamericanos de vender su moral y que nosotros, en este enorme bloque hispanoparlante, hemos adoptado y adaptado.

SEINFELD, el «show about nothing«, parece desnudarse en la pantalla. Michael mostrando de pronto su lado más vulnerable; liberando todas las emociones reprimidas durante todo este tiempo que Jerry, quien sólo esta tratando de hacer un fragmento cómico, no le ha marcado siquiera por teléfono. La risa forzada de Jerry se mezcla con la melancolía y nostalgia de un «triste payaso», su vecino durante 9 largos años, en una breve e inmortal escena en la que caminan de regreso del café: ya sin diálogos, ni ruidos, y sólo un suave jazz. Sin duda un momento mágico y revelador.

Michael le agradece a Jerry, de una manera extrañamente sincera, que le haya dado a «Kramer». Y durante toda la platica busca sus ojos, como si buscara su aprobación; mientras Jerry sigue tratando de buscarle lo cómico a la situación de Michael, intentando de mostrar lo mismo que él: aun podemos ser simpáticos, aun podemos ser alguien más. Pero en realidad vemos como, en el fondo, «Kramer» se convirtió en una cárcel, un «personaje universal» que no pierde su hipocresía (la hipocresía de toda mascara que se utiliza en el teatro, en el cine y la televisión). Jerry le vendió una reja, y una muy cara. No sólo no ha podido escaparse del personaje, si no que, nos confiesa, no disfruto mientras lo interpretaba.

De alguna manera Jerry tiene la misma maldición. No puede hacer sus rutinas cómicas y sus pequeños cortos de Cómicos, Coches y Café sin depender de su pasado. Como dijo Picasso: «Yo no soy más que un bufón público que ha comprendido su tiempo». De alguna manera estos son bufones que han quedado atrapados entre sus casas de Malibú y sus coches de lujo.

Pero este episodio tiene tres peculiaridades. Por un lado, es la primera vez que los personajes se atreven a olvidarse de las cámaras y los micrófonos. Por otro lado, esa sinceridad genera situaciones tan extrañas que parecen el producto de algo más que la casualidad (tanto así que el principio del episodio es acompañado de unas líneas donde se advierte esto). Finalmente, el coche. Una Combi de trabajo destartalada, para el coleccionista de Porsches, resulta psicológicamente reveladora.

Link al video:

http://comediansincarsgettingcoffee.com/michael-richards-its-bubbly-time-jerry

Estantes de Culto

Hay una agitada contienda por enaltecer los autores de culto.

Murakami, Burroughs, Fante, Bukowski y los infrarrealistas dan una importante pelea en libreras repletas de G.R.R. Martin, incluso en EUA.

Aun teniendo poca o nula publicidad mediática, estos autores acaparan innumerables blogs y discusiones informales. Pero, ¿qué es lo que nos atrae a estos autores?

Antes que nada: un profundo desconocimiento de su obra. Tanto Burroughs como Bukowski pasaron sus ultimas entrevistas reivindicando las concepciones erróneas que se tuvieron sobre ellos. Concepciones que se siguen teniendo.

¿Por qué nos cuesta trabajo separar a los autores de su obra? Esto es especialmente difícil en el caso de una sociedad que es incapaz de mantener intactos a sus ídolos, donde búscanos estabilidad en las ideas generalizadas de «bueno» y «malo».

Ciencia, filosofía y arte…sin religión

«El hombre, perplejo, tiene tres maneras de enfrentar el caos: la ciencia, la filosofía y el arte. Se dice que la ciencia analiza lo finito renunciando a lo infinito; que la filosofía, desde Platón, da consistencia a lo infinito, y que el arte -¿por qué no el teatro?- crea un finito que devuelve al sujeto -al espectador- lo infinito.»

Genealogías teatrales
Mimesis y personaje, la variación de dos invariables
por Bernardo Carey

http://www.teatrodelpueblo.org.ar/dramaturgia/carey004.htm

fragmento de la correspondencia entre Paz y J.C Lambert (el conquistador de escandinavas)

«No es fácil aceptar que las cosas son como son. Su conflicto me hace recordar otros, por los que yo o amigos míos han pasado. Todavía no conozco una tentativa amorosa que haya terminado bien. Acaso la esencia del amor consista en un breve choque y luego la separación, la muerte, o la lenta transformación del amor en odio mutuo. Al mismo tiempo, estoy seguro que las fuerzas que desencadena el amor – ¿o es él quien las libera? – y los recuerdos que nos hace entrever son los únicos bienes que tenemos sobre la tierra, el verdadero fuego – en el sentido prometeico -. Quizá fracasamos porque somos mortales -y porque, siéndolo, no nos resignamos a morir-. Pero no se sienta traicionado. Muchas veces yo he sentido lo mismo. Más tarde, he pensado que nadie nos traiciona -ni siquiera nosotros mismos (toda traición necesita, aunque parezca monstruoso, la complicidad del traicionado) – No, nadie nos traiciona -excepto nuestra naturaleza, nuestro ser, que no es capaz de resistir el fuego sin quemarse o sin degradarlo en odio-. A veces pienso que las religiones tienen razón (una razón de ser más profunda que la razón pensante) porque se fundan en el sacrificio. Si el amor es fuego, sólo puede devorar, quemar, cuando no rehusamos a su quemadura, quemamos a lo que amamos. Y de todas maneras se produce el sacrificio. Así, el amor – como todo lo que vale la pena- nos coloca ante una disyuntiva: o el sacrificio o la tortura de aquello que amamos»…

 
O. PAZ. 
un gran aporte de Arturo Oropeza.
Gracias

Sánchez Dragó y la sabiduría del conservador anti-juedeocristiano

«Sitúate enfrente de las tres posturas -el centro se encuentra entre (no frente a) la derecha y la izquierda, y tiene, por ello, algo de la una y de la otra- o, mejor aún, pasa de largo, haz como si no existieran, regresa mental, cultural, espiritual y sentimentalmente a la Edad de Oro, que terminó o, mejor dicho, fue terminándose paso a paso, golpe a golpe, con el nacimiento del monoteísmo, con la caída de Pablo, con la batalla del Puente Milvio, con la destrucción de Eleusis, con el estallido de las tres grandes revoluciones (la francesa, la industrial y la bolchevique), con la derrota del Sur en la guerra de Secesión de Estados Unidos y con la llegada del comodoro Perry al puerto japonés de Urawa. Ésas son las nueve mayores catástrofes de la historia universal. Sólo falta la décima, que seguramente está al caer. »