fragmento de la correspondencia entre Paz y J.C Lambert (el conquistador de escandinavas)

«No es fácil aceptar que las cosas son como son. Su conflicto me hace recordar otros, por los que yo o amigos míos han pasado. Todavía no conozco una tentativa amorosa que haya terminado bien. Acaso la esencia del amor consista en un breve choque y luego la separación, la muerte, o la lenta transformación del amor en odio mutuo. Al mismo tiempo, estoy seguro que las fuerzas que desencadena el amor – ¿o es él quien las libera? – y los recuerdos que nos hace entrever son los únicos bienes que tenemos sobre la tierra, el verdadero fuego – en el sentido prometeico -. Quizá fracasamos porque somos mortales -y porque, siéndolo, no nos resignamos a morir-. Pero no se sienta traicionado. Muchas veces yo he sentido lo mismo. Más tarde, he pensado que nadie nos traiciona -ni siquiera nosotros mismos (toda traición necesita, aunque parezca monstruoso, la complicidad del traicionado) – No, nadie nos traiciona -excepto nuestra naturaleza, nuestro ser, que no es capaz de resistir el fuego sin quemarse o sin degradarlo en odio-. A veces pienso que las religiones tienen razón (una razón de ser más profunda que la razón pensante) porque se fundan en el sacrificio. Si el amor es fuego, sólo puede devorar, quemar, cuando no rehusamos a su quemadura, quemamos a lo que amamos. Y de todas maneras se produce el sacrificio. Así, el amor – como todo lo que vale la pena- nos coloca ante una disyuntiva: o el sacrificio o la tortura de aquello que amamos»…

 
O. PAZ. 
un gran aporte de Arturo Oropeza.
Gracias

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